Camino al Éxito

El título nos habla de fútbol, pero el fútbol es una parcela fértil para extraer pensamientos aplicables a otros territorios. Es un libro para reflexionar, como todos, pero a diferencia de casi todos, es un libro sin tiempos muertos para dejar de hacerlo.

Este libro guarda pequeños lugares desde donde construir grandes remansos de pensamiento, virutas que chisporrotean y alumbran nuevos conocimientos y nuevos sentimientos, eso sí, para cada uno distintos e incluso para uno mismo con distintos significados en momentos diferentes. Son diminutos frutos que invitan a descender a las profundidades en busca de la raíz del árbol.

Una vez me dijeron que hay que leer como comen los pollos, picar y levantar la cabeza. Este libro permite seguir el consejo. Te invita a la lectura fragmentada que cierras a los pocos segundos para quedarte pensando con la cabeza lejos de donde has puesto los ojos.

El fútbol es más fácil jugarlo que explicarlo. De hecho, es un juego que se teje a base de circunstancias que no tienen explicación alguna. En fútbol, muchas cosas suceden porque sí. O porque no. Teorizar sobre las mismas, a veces, no tiene sentido. ¿Cómo se explica un balón al poste, un fallo a puerta vacía, un mal bote de la pelota? Viajando a estadios superiores, ¿cómo dar sentido a actitudes inexplicables de un jugador que fuera del campo es de una forma y en el campo es de otra? ¿por qué un jugador gordito es el más rápido en el césped? ¿por qué el tipo más ordenado de la cancha es un desastre en el ámbito civil?

Pero si nadie se sentara a pensar un rato, es posible que el hombre siguiera bajo un árbol. Y el fútbol no es ajeno a esta inquietud tan humana de husmear en el por qué de las cosas. Manuel Conde lo ha hecho con este apasionante deporte. Lo viene haciendo desde que vio rodar una pelota. Primero la pateó porque es un instinto básico que tenemos todos. Más tarde, intentó explicar porque sacudió con el pie aquella cosa redonda. Y todavía está en ello. La prueba es este libro y los muchos otros que le viene dedicando al fútbol. Manuel Conde ha ido de dentro hacia afuera. O sea, primero la pelota y luego la explicación.

Del prólogo de Roberto Palomar, Redactor-Jefe de Marca.

Transitar interiormente por sus “tripas” nos obliga a visionar una retahíla de exquisitas y jugosas reflexiones de numerosas personas (entrenadores de diversas disciplinas, filósofos…) todas muy interesantes y estimulantes, cuyo objetivo prioritario será la adquisición de una cultura futbolística más grande y universal, que permitirá establecer una mejor idea del juego y su comprensión, pudiendo obtener con ello, a priori, una mayor dinámica del mismo.

Siempre pensé que cualquier movimiento, idea, fantasía o capacidad de juicio, se gesta en la mente. Michelangelo afirmaba que “los cuadros se pintan con la mente y no con las manos”. A pesar de que he considerado que se tornaba menos complejo mejorar los pies que la mente, nunca dejé de intentar fichar a talentos con gran capacidad de reflexión. Que sabían elegir la mejor solución. Que sabían adquirir la posición idónea. Que se desplazaban sincronizadamente con y para el equipo, a lo largo y ancho del terreno de juego, empleando eficazmente las respuestas de espacio y tiempo. Hombres con una mentalidad abierta e inteligente.

El entrenador debe orientar a través de un importante guión (filosofía de juego, como primer vehículo), cuya principal finalidad es la interpretación del mismo. A continuación adquirirán protagonismo los medios (táctica, técnica, preparación física… como segundo vehículo). Un guión/ideario que apoyado en una impulsora motivación van a multiplicar las capacidades y las prestaciones individuales dentro del colectivo y por ende las posibilidades de éxito…

El verdadero éxito de un grupo o de un individuo no es tanto la consecución de un título sino superar el tortuoso camino que te lleva a disputarlo. Y os aseguro que ese camino dura mucho más que noventa minutos.

En este libro y en cualquiera de los de la serie, encontraréis centenares de acertadas reflexiones de otros tantos entrenadores, psicólogos, escritores, jugadores, periodistas… que pueden cambiar vuestra forma de observar el deporte en general y el fútbol de modo particular. Con un poco de atención, llegareis a encontrar opiniones antagónicas pero igualmente atractivas y, sobre todo, hallareis preguntas y respuestas que, como quiere Manuel, os invitarán a pensar. la inteligencia emocional y social, el afán de superación, la autoestima, la actitud ante el deporte y la vida son algunos de los temas en los que profundiza esta “antología de razonamientos” sin olvidar, por supuesto, la táctica y la técnica, las transiciones, la zona, el pressing y otros tantos conceptos inherentes a lo que al final es este libro, un tratado de fútbol.

Un grupo se crea a través de un líder que tiene que ser el entrenador, pero el verdadero líder es el que es capaz de crear un clima y un entorno de trabajo, pero para ello necesita un grupo de trabajo formado por el cuerpo técnico y los jugadores donde exista una química, una conexión, una confianza, en definitiva hablamos de dirigir un equipo. Y para ello el entrenador del siglo XXI debe de manejar otros aspectos más globales y de ámbito multidisciplinar, debe ser un gestor de los recursos humanos, para lo cual solo hay una forma, convencer.

Pero sólo se convence si existe capacidad para manejar los problemas, sabiduría para buscar soluciones, personalidad y criterio en los momentos de duda, en definitiva debe de saber manejar el entorno, desde su cuerpo técnico y sus jugadores (su equipo), hasta los medios de comunicación, los presidentes, directivos y fundamentalmente los resultados.

Esto será mas fácil si creamos una identidad de grupo, de equipo, donde todo el mundo esté comprometido con los intereses colectivos, que exista un reparto de responsabilidades y de funciones, que todo el mundo tenga su espacio. Eso generará un sentimiento de pertenencia, que es la máxima determinación por la cual un grupo actúa con un sentimiento y un objetivo colectivo.

Esta sexta entrega de orbita sobre el fútbol en un momento en que su inflación mediática ha alcanzado una nueva cima con la conquista del Mundial por parte de la Selección Española.

El fútbol es un juego multisecular y planetario. Atrapa la atención de todo el orbe. Su condición de juego omnipresente a mí me fascina. Como casi todo lo que realizamos en la vida persigue la confabulación contra el tedio, me produce perplejidad y emoción ver cómo el fútbol conserva año tras año su capacidad para erigirse en uno de los antídotos más eficaces contra el aburrimiento. O en una sustancia opiácea que hace que la vida cobre brillo.

El fútbol es un juego en el que quizá no ocurra nada, un partido puede agonizar sin que el marcador se mueva, en muchas ocasiones te hace bostezar, no es descabellado comprobar que el equipo peor acabe ganando el partido, o que el error de un árbitro incida injustamente en el resultado final, y aún así es el juego que más exacerba nuestros sentimientos. No creo por tanto que sea una hipérbole catalogarlo de maravilloso.